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Casa antigua con comodidades del siglo XXI
Isabelle es una anfitriona encantadora. Está atenta en todo momento a lo que necesitas. El desayuno es espectacular y riquísimo. Cuando llegamos hacía un calor insoportable en la calle (41º) y la casa estaba perfectamente aclimatada (25ª), asi como la habitación cuando llegamos más tarde para hacer el check-in. Tenía todo preparado para que dejáramos las maletas el último día después de hacer el check-out
Por poner una pega… que el aseo de la entrada tuviera lavabo; pero es un detalle sin impotancia.
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